Tail Dragger: manteniendo vivo el legado de Howlin’ Wolf. Una entrevista de Josep Pedro y Eugenio Moirón
Tail Dragger en el Intruso Bar (Madrid) (Foto: Jaime Massieu)
Conocido como Tail Dragger desde que el gran Howlin’ Wolf le apodara así, James Yancey Jones pertenece a la importante y extensa cantera de bluesmen surgidos de Arkansas. Nacido en la pequeña localidad rural de Altheimer, Tail Dragger creció bajo la influencia de bluesmen clásicos como Sonny Boy Williamson o Boyd Gilmore. Con su llegada a Chicago, conoció a su ídolo Howlin’ Wolf en el mítico club Sylvio’s, situado en el gueto de la parte oeste de la ciudad. Wolf cambió su apodo de entonces, Crawlin’ James, por el de Tail Dragger debido a su tendencia a llegar tarde y le acogió como su discípulo viendo que le seguía de club a club. Además, la carrera y reputación de Dragger ha estado marcada por un enfrentamiento con el guitarrista Boston Blackie, a quién hirió de muerte tras un disparo en el escenario. Alegando siempre defensa propia, Dragger pasó 17 meses en la cárcel en el año 93.
Superados los 70 años, hoy Tail Dragger permanece en buena forma como uno de los principales bluesmen del Chicago del siglo XXI. Crudo, salvaje y auténtico, es una de las cada vez menos muestras del viejo y añorado blues, aquel cuyas circunstancias sociales y políticas parecen haber sido superadas. Padrino de músicos emergentes reconvertido en actor en dos cintas independientes [Two Rivers (Joshua M. Gibson, 1993) y Death & Taxis (Kevin Mukherji, 2007)], Dragger llega a España de la mano del cantante y armonicista Quique Gómez (Juan Bourbon, Juan Scotch, Juan Beer; Gatos Bizcos…), implicado en continuos intercambios musicales entre Chicago y Madrid, y otros miembros de la Escuela de Blues de Madrid.
Pese a haber dejado una limitada discografía –o quizás gracias a ello- el directo de Dragger sigue atrayendo a públicos de todo el mundo, inmersos en una mezcla de fascinación, historia y realidad. Ahí rebrota toda su energía, su sentido del humor e interacción con el público dando forma a un sudoroso y sentido blues sin concesiones que nos deja acercarnos a aquello que anhelamos.
Texto: JOSEP PEDRO y EUGENIO MOIRÓN
¿Cómo te sientes al venir a España a cantar blues?
He estado viniendo a Europa desde el año 80. Estuve en España hace dos años aunque no había estado aquí [Intruso Bar]. Vine a Europa seis semanas y estuve en España, Francia, Holanda, Marruecos… Veo que lo sienten y lo disfrutan.
¿Crees que la gente aprecia más el blues aquí que en EE.UU.?
Sí, la gente aquí lo aprecia más. Están más metidos. En EE.UU. los blancos también lo aprecian, en sitios como California. Pero si te fijas, la gente en Europa conoce el blues mejor que en EE.UU. ¡Conocen el blues de verdad! No les puedes engañar. Mucha gente blanca en EE.UU. ve una persona negra e inmediatamente piensa que es blues porque es negra, aunque no sea blues. Pero a la gente en Europa no se les puede engañar. Lo conocen bien.
¿Cómo de distintas son las formas de blues asociadas a distintos territorios? (Chicago Blues, Texas Blues…)
Bueno, supongo que influye la gente, el sitio donde has crecido, y la música que has escuchado. Como en Luisiana, ésa es una tradición de blues distinta. El blues que salió del Mississippi y de Arkansas es distinto al de Texas.
¿Qué opinas de los grupos de aquí? ¿Qué te parece que haya gente que cante el blues en castellano?
Suenan bien. Lo escuchan y luego desarrollan su propio estilo, hacen su propio estilo. Aunque lo tradicional sea en inglés, está bien que lo canten.
¿Qué música escuchabas cuando eras pequeño?
Escuchaba a gente como Blind Lemon Jefferson, Arthur Big Boy Crudup, Howlin’ Wolf, Jimmy Reed, Muddy Waters. Teníamos una radio de batería en casa. Mis abuelos eran muy religiosos así que tenía que coger la radio, esconderla en el armario y escuchar el blues por la noche.
A Boyd Gilmore y Sonny Boy Williamson II podía ir a escucharles. Tocaban juntos en un club pero yo era demasiado pequeño para entrar. Así que me colaba y me escondía entre el público, y ¡luego me echaban otra vez! [risas]
¿Cuándo decidiste mudarte a Chicago?
La primera vez que fui a Chicago fue en el 54. Luego volví a Arkansas. Estuve en Arkansas durante un tiempo y fui hacia el sur, a Texas. En el 59 volví a Chicago durante un tiempo pero me fui a Texas otra vez. Fue en el 66 cuando finalmente volví a Chicago para quedarme y he estado ahí desde entonces.
¿Cómo surgió tu relación con Howlin’ Wolf?
Todo empezó cuando Richard William y yo fuimos a ver actuar a Howlin’ Wolf una noche. Solía ir a sus actuaciones pero nunca había tenido la oportunidad de tocar con él. Una noche me llamaron para subir a tocar, me escuchó y le encantó. El viejo Howlin’ Wolf se acercó al micro y empezó a hablar sobre mí. Le dije: “¡Tío, yo no sé! ¡Enséñame!” y me dijo: “¡El lobo [Wolf] te enseñará!”Así que cada vez que le rondaba me decía qué escuchar y cosas así. Cuando no estaba tocando le decía a la banda que tocase conmigo: “Ayudad al chico, un día va a ocupar mi lugar…”
¿Cómo era su trato con la banda?
Era estricto. Prohibido fumar y beber en el escenario. Después del trabajo podías beber todo el whisky que quisieses, hacer lo que te diera la gana. Pero cuando estás en el escenario, estás trabajando. Eso es. Si no ponía multas a los músicos.
Tras la muerte de Howlin’ Wolf, ¿con qué músicos tocaste?
Estuve tocando con Hubert [Sumlin], el guitarrista de Howlin’ Wolf, muchas veces. También con gente como Johnny Littlejohn, Lee Jackson, Barber Smith, Lucky Lopez, Luther Tucker…
Tus primeras grabaciones fueron para el sello de Jimmy Dawkins, ¿cómo surgió el proyecto?
Jimmy me conocía antes de la grabación. Yo tenía un amigo cantante que había grabado un single y él le dijo a Jimmy que quería grabarme. Así que nos juntamos Jimmy, mi amigo y yo. Toqué con Johnny B. Moore, Willie Kent, Jesse Williams, y [el armonicista] Eddie “Jewtown” Burks
¿Cómo te eligieron para las sesiones para el sello austriaco Wolf en 1989?
Yo no les conocía pero vinieron a Chicago. Antes había grabado en Austria con la Mojo Blues Band. El grupo me había visto en una película que hice y vinieron a Chicago a buscarme. Después el tío de Wolf Records vino y quería tener a todos los de Chicago en su sello.
¿Cómo surgió tu relación con Rockin’ Johnny Burgin?
Yo le di su primer trabajo en la música. Rockin’ Johnny no sabía tocar blues. Yo estaba tocando con Johnny B. Moore y muchas veces no aparecía. [Rockin’] Johnny solía venir, no tendría más de diecinueve años. Un día le dije: “hijo, ¿quieres tocar?” Cuando Johnny B. Moore le vio tocar empezó a renegar…
En tu repertorio nunca faltan canciones como “Tend to your business”, “My Woman Is Gone” y “My head is bald”…
Bueno… ¡soy calvo! Cada vez que iba a grabar, todo el mundo quería ese tema. También he tocado un poco de Muddy Waters, Sonny Boy Williamson, Eddie Taylor y cosas así. Ahora intento que sean composiciones originales porque no puedes ganar dinero tocando las canciones de otros… [Risas]
¿Crees que el blues debe seguir considerándose música negra?
Es música negra, pero el hombre blanco la tomó y se hizo con el control. El año pasado fui a Memphis porque estaba nominado a un Grammy por el último DVD que hice. Había un tipo que estaba hablando con mi amigo Bob Corritore. Decía que estaba votando por el músico del que había escrito el texto del libreto del DVD. No se trataba de lo bueno que fuese. Es como la política, depende de a quién conozcas. Si no conoces y tratas con la gente adecuada no vas a ganar dinero. Tengo 71 años, si alguien me llama voy pero no voy por ahí buscando.
¿Se puede ser original en el blues?
Sí, se puede ser original. El blues real viene de lo más profundo. No puedes cambiar eso, aunque hay mucha gente que lo intenta por razones económicas. Yo no puedo cambiarlo.
¿Qué es lo auténtico del blues?
¿Auténtico? Bueno, hay muy pocos que lo toquen hoy. Casi todos los que tocaban el blues real están muertos. Ahora son los blancos los que están tocando blues. Lo controlan.
¿Cómo de distinto es el blues que se toca hoy?
Es distinto. La mayoría de los negros que estaban metidos en el blues han muerto, y los jóvenes van en otra dirección. El blues ha luchado por sobrevivir durante años pero ahora los blancos tienen el control y se están haciendo ricos de lo que ha creado el hombre negro.
Después de tanto tiempo tocando blues, ¿por qué merece la pena?
Es el sentimiento que tengo, y me encanta. Lo hago porque me gusta y es algo que no puedo cambiar. Voy a seguir haciéndolo mientras viva. Es el sentimiento; yo lo tengo y lo ofrezco. Si no lo siento, no puedo conseguir que tú lo sientas.
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